Se puede apreciar la hermosura del paraje, con innumerables puestas en las que poder tentar a los sargos, pero que en esta ocasión brillaron por su ausencia.
Otra perspectiva de la zona, con la mar un poco pasadita, pero con suficientes dejadas para haber sacado alguno, cosa que no pudo ser pese a nuestros constantes esfuerzos.
Dada la inactividad reinante, no tardamos en juntarnos para darle al diente, nada menos que empanada gallega casera obra y cortesía de la mujer de Jose, desde aquí enviarle un cordial saludo y felicitarla por la mano que tiene para hacer esta esquisitez típica de la tierra gallega. Aquí Jose haciendo de anfitrión en el ceremonial, acompañado de un gran vino cortesía de Jon.
El menú, empanada y vino, a cada cual mejor, se puede pedir mas?
Oscar en lo que pareció ser un gran picada, y vaya si lo fue, pesaría unos 500 kg y era duro de narices...
Jon tentando a la suerte, no tuvo su día (no digo por qué), pero al igual que los demas, tuvo que resignarse al bolo matutino (pues ya he visto que les disteis para el pelo a la tarde).
Las condiciones para la pesca, las justas pero las suficientes, aun así, na de na.
Visto lo visto, y como suele decir Ramontxu, cada mochuelo a su olivo. En mi caso, y tras consultar el saldo de puntos, los agoté desplazándome a un lugar del que no realicé fotografía alguna, pues últimamente abundan los pescadores por la zona y están dejando el pesquero esquilmado, y me puse manos a la obra para agotar el cubo de macizo que aún tenía. Cuál fué mi sorpresa que entró pescado, y vaya morlacos, perdí muchos debido a la distancia a la que me encontraba del agua, pues hacía mucha mar, pero pude subir los de la foto. Al menos me quité el mal sabor de boca de la mañana, entre agua y viento, menos mal a la empanada y al vinito y a la grandísima compañía de Jose, Oscar y Jon, a los que agradezco su inestimable compañía y emplazo a una nueva salida, pues lo de Jon ya está listo, y de muy buena manera.
Ya de vuelta, Oscar, que no perdió su sonrisa toda la mañana, en un receso junto al antiguo cargadero.
Visto lo visto, y como suele decir Ramontxu, cada mochuelo a su olivo. En mi caso, y tras consultar el saldo de puntos, los agoté desplazándome a un lugar del que no realicé fotografía alguna, pues últimamente abundan los pescadores por la zona y están dejando el pesquero esquilmado, y me puse manos a la obra para agotar el cubo de macizo que aún tenía. Cuál fué mi sorpresa que entró pescado, y vaya morlacos, perdí muchos debido a la distancia a la que me encontraba del agua, pues hacía mucha mar, pero pude subir los de la foto. Al menos me quité el mal sabor de boca de la mañana, entre agua y viento, menos mal a la empanada y al vinito y a la grandísima compañía de Jose, Oscar y Jon, a los que agradezco su inestimable compañía y emplazo a una nueva salida, pues lo de Jon ya está listo, y de muy buena manera.