Muy buenas compañer@s. Ayer domingo me encaminé hacia aguas bizkainas en compañía de mi cuñado Carlos, gran aficionado a la pesca y cada vez mas a esta bella modalidad de corcho que le inculcó su suegro, es decir, mi aitatxo.
Sabía de un emplazamiento en el que se suele pescar bien con un oleaja de 1 metro, pronóstico que marcaba windguru para el día de ayer.
Al bajar a las rocas nos encontramos con este panorama. Viento sur-suroeste y agua cristalina. La bellada era demasiado larga y se hacía casi imposible engañar al pescado. Aún así, había que intentarlo.
Con la serie de olas, teníamos un pequeño espumero en el que procuramos engañar a nuestros amigos los sargos, y lo cierto es que nos dieron un cuartito de hora de alegría. El problema fue que estaban demasiados desconfiados y se soltaban con extrema facilidad.
Entre cigarro y cigarro, mi cuñado, que anduvo muy fino por cierto, no perdía la ocasión y no tardó en comenzar a clavar pescado.
Este fue el primero de ellos. Acto seguido otros dos, y ahí se terminó la fiesta, pues los demás, pese a picar con contundencia, se soltaban uno tras otro. Viendo el panorama cada vez mas difícil, no quedaba otra que cambiar de pesquero, eso sí, parando primero a llenar el depósito. Casualmente, mientras nos dirigíamos a Ondarroa, nos topamos con estos artistas de la pesca que no son otros que Luis y Constan, por lo que fuimos juntos a darle al diente los cuatro. Ya con el estómago lleno y después de una agradable charla, nos dirigimos hacia aguas de Saturrarán en busca de algo de espuma.
Y esto fue lo que encontramos, aguas cristalinas con leve espumero en la rompiente.
Gracias a la longitud de la caña, pudimos intentarlo desde la distancia, hasta que finalmente dimos con ellos.
Aquí vemos a Carlos apostado en las rocas buscando la esquina donde los sargos buscaron ansiosamente el macizo.
Pese a las pequeñas olas, la claridad del agua continuó siendo la nota dominante, pero he de reconocer que el poder de atracción del nuevo "Macizo Torres" dejó patente la importancia de contar con un buen macizo de pesca. Se metieron has ta la misma orilla a comer, mubles incluídos. Puedo constatar, que en uno de los lances pude ver al sargo atacar la gamba, sencillamente sorprendente.
Un Carlos contento con la percha lograda, de la cuál se encargó de darle buena cuenta, pues la mayoría fueron capturados por él.
Al final vinieron a la red 14 piezas, otras muchas fueron devueltas al agua, y tuvimos una buen término de la jornada.
Al igual que en días anteriores, la presencia de pescado es notoria, pues si con estas condiciones logramos atraerlos, con un poco mas de golpe de mar el resultado hubiese sido mayor. De modo que ánimo a tod@s y no perdáis la ocasión de buscar a nuestros amigos, pues ya pueblan los roquedos habituales.